sábado, 16 de abril de 2011

Capítulo 5

El sol comenzaba a ocultarse, creando un paisaje de postal en la playa de Georgia. Había sido un día caluroso pero se estaba levantando algo de un viento refrescante, que traía consigo el olor a la sal. Una hermosa tarde de fines de Junio. ¿Hacía un mes que lo conocía a Nick? … Se sentía como toda una vida.
Sentados como estábamos, en un médano ubicado en un extremo apartado de la playa, bajo un cielo anaranjado e inspirador.
-Gracias. –Le dije sinceramente, estirándome un poco para alcanzar sus labios. El hace apenas unos minutos, había tocado con la guitarra una canción sobre mí y para mí. Todavía tenía el rostro húmedo de la emoción que me causaron las letras.
-Sabes que te lo mereces. –Me replicó, devolviéndome el beso.
-Vamos que se hace tarde. –Le tendí una mano sonriendo, agarramos nuestros petates y corrimos hasta su auto.

Estacionamos en la puerta de la casa de mis abuelos. Le sonreí a Nick para infundirle valor, que estaba sentado a mi lado algo nervioso y ansioso, pero nunca perdiendo su aspecto de ángel caído del cielo. Mi corazón nunca dejaría de dar una voltereta cada vez que lo viera. Ni en cuarenta años.
Abrí la puerta de casa, que daba a la cocina-comedor donde usualmente comemos, y me sorprendí de no ver a nadie. Dejé mis llaves y mi cartera en una de las sillas, y anuncié nuestra llegada dirigiéndome al living, con Nick pisándome los talones.
-Hola? Ya llegamos! –Avisé, para cuando vi que habían preparado la mesa especial del Living con las vajillas que mi Abuela usa solo para eventos. La mesa estaba conformada por mis abuelos, mi madre y su marido.
-¡Chicos! –Nos saludó mi abuela, quien estaba terminando de colocar las servilletas en su lugar.
Corrí a abrazarlos, los extrañaba mucho y mi enojo con Mamá ya había pasado, después de todo, su decisión hizo que conozca al hombre más perfecto en el planeta. Al darme vuelta y lo ví a Nick parado, pude notar que estaba algo incómodo, por eso volví a su lado y lo tomé por la cintura.
-Él es Nick –Le puse una mano en el abdomen, y apoyé mi rostro en su pecho, riéndome- Nick Jonas.
Nick, caballerosamente saludó a mi abuela y a mi mamá con un abrazo, y a los hombres con un apretón de mano acompañados de un “Encantado de conocerlos”.
Tomamos asiento uno al lado del otro, y él me tomó la mano por debajo de la mesa.
La cena estuvo llena de risas, Nick contó sobre sus intereses y su vida y contaba algunos datos que yo no conocía y lo miraba con mala cara, pero aún en broma, cada vez que eso pasaba. Mi abuelo contó sus típicas anécdotas y el único que reía era Nick, porque era el único también que no las conocía todavía.

Mi madre, cuando ya todos estaban por el postre me hizo una seña y nos dirigimos hacia la cocina.
-Ya le dijiste? –Espetó.
-No, mamá no te pongas pesada con ese tema –Le contesté de mala gana mientras me sentaba arriba de la mesada. Estaba mojada, por lo que maldije por haberme humedecido los pantalones.
-¿Qué no me ponga pesada? –Se ofendió- Ustedes dos van muy enserio. Lo puedo ver. Miley, no seas egoísta, va a terminar destruido. –Me asustaba que me hablara tan enserio- ¿Crees que no se dará cuenta?
-Si, claro, pero… –Quería buscar una forma de ganar la discusión pero la verdad es que no la había. Había estado todo este tiempo buscando una forma de decírselo pero nunca pude por miedo a perderlo antes de tiempo.
-Piénsalo. Por favor díselo, ya muchos saldremos heridos de esto, no quiero que se sumen más a llorar. –Me interrumpió secamente.
-Tampoco me digas así, Mamá, entiéndeme.
-Es tu vida. Te estoy aconsejando.
Se fue, y me dejó con la cabeza hecha un lío, al rojo vivo a punto de explotar. Volví a los minutos a la mesa, con la mirada perdida, y Nick me esperaba con una sonrisa. Al sentarme el me paso un brazo por los hombros y me susurró al oído
-Está todo bien?
-Sí.

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Fuimos caminando en silencio hasta su casa. Ninguno de los dos dijo una palabra. El me lanzaba miradas de vez en cuando pero yo solo miraba el piso.

Al llegar a la puerta, nos paramos frente a frente y lo miré a los ojos.
-Nick, perdón por no decírtelo antes, soy tan mala persona –Las lágrimas empezaron a caer de mis ojos- Te juro que no era mi intención, te amo demasiado, te juro que te amo más que a nadie en este mundo, perdón.
Nick empezó a inquietarse, me tomó fuertemente por los hombros con sus manazas.
-Qué pasa Miley? Me estas asustando, ¿Qué es lo que pasa? –Al ver que mi llanto no cesaba me aferro en sus brazos.
-Que pasa, Mi, calma… -Me decía mientras tarareaba una canción de cuna.
Traté de deshacerme de su abrazo y cuando lo logré, me armé de valor.
-Tengo leucemia.

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