Capítulo 2
Esperaba que Nick, al despedirse, se reuniera con alguno de los grupos de amigos que estaban dispersados a lo largo de la playa, pero, al contrario, siguió caminando solo por la orilla y a lo lejos pude ver que se dirigía hacia la salida, también solo.
Cuando lo perdí de vista me apresuré para volver a mi casa, puesto que solo faltaban un par de horas para el horario que habíamos pactado.
Después de ducharme y tardar al menos una hora y media en escoger el atuendo que vestiría aquella noche –Que terminó siendo un short, con sandalias y una remera holgada-, me encontraba peinándome cuando el timbre sonó. Miré el reloj; las ocho en punto.
Sonreí ante la puntualidad de aquel desconocido muchacho, y bajé las escaleras apresuradamente. Agarré mi cartera y abrí la puerta.
Él estaba apoyado contra la columna de madera del porche, pero se irguió rápidamente al ver que yo había salido. Vestía jeans de color negro y una camisa a cuadros con una remera blanca abajo, tenía sus perfectos rulos mojados así que supuse que estaba recién salido de la ducha. Nick no pareció percatarse de que prácticamente lo estaba devorando con la mirada, porque el me miraba intensamente también.
Él fue el que primero habló.
-Si me permites decirlo, estas hermosa. –Rió- Espero que no cuente como un piropo a una mujer desconocida.
-No –Contesté la risa- Gracias, tú también te ves… realmente bien.
El sonrió y me abrió la puerta del copiloto de su auto.
Estábamos en camino cuando me preguntó
-Y, ¿Qué has hecho desde hoy a la tarde?
-Mmm… -Pensé- Nada. En realidad, me bañé, me cambié, y aquí estoy.
-¿Segura que no fuiste a ningún centro de belleza o algo por el estilo? Estas increíblemente linda.
-Ya calla –Le golpeé suavemente el hombro y reí- ¿Quieres decir que hoy más temprano en la playa estaba fea?
-No –De pronto parecía ofendido- de ninguna manera. En realidad, no te miento, creo que nunca había visto una belleza parecida.
Desvió la vista de la carretera para mirarme y sonreírme.
No habían pasado ni tres minutos de viaje, que él ya estaba aparcando en la puerta de un caserón, de esos que tienen las familias importantes en las localidades pequeñas.
La música estaba a tope cuando traspasamos la puerta, y toda la juventud del pueblo parecía estar ahí dentro. Todos sostenían un vaso de ponche mientras bailaban al ritmo de lo que sonaba.
-¿Te encargaste de ir por la playa invitando a todas las chicas que vieras? –Le susurré a Nick al oído mientras caminábamos, porque la música estaba muy fuerte y no me escucharía de otro modo.
Él me miró con desaprobación y negó con la cabeza. Pasó un brazo por mi cintura para empujarme entre la gente.
-¿Quieres bailar? –Me preguntó al oído. Me rozó su aliento, su dulce y suave aliento. Me dejó algo atontada.
-En realidad no –Dije sinceramente, sonriendo.
-Tampoco yo.
Entonces tomó mi mano y me dirigió otra vez entre la masa de gente congregada en aquel lugar, hasta que salimos a un gran jardín con bancos y faroles alrededor de una preciosa pileta. Había algunas parejas sentadas mirando las estrellas, otros sentados a la orilla de la pileta y pude reconocer algunos de los jóvenes que había visto esa misma tarde en la playa y que se habían reído de mí.
Nos sentamos en un columpio a la luz de la luna.
-Este lugar es hermoso –Comenté, dejando que la suave brisa juegue con mi pelo.
-Lo es. –Coincidió.- Aquí me paso las noches solo, pensando. Mirando las estrellas. Me da mucha paz.
Los dos hicimos silencio.
-Vi que tú sentías algo parecido con la playa, y eso fue una de las razones por las que me presenté. No sé… me sentí identificado. –Me miró- No, no me creas raro.
Reímos.
-No, te entiendo.
Me sostuvo la mirada por unos minutos, ninguno de los dos hablo, nuestros ojos hablaban. Me hundí en sus pupilas cafés iluminadas por la luna.
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Poco antes de la una y media de la madrugada me estaba acostando en mi cama, ya con el pijama puesto. Apagué la luz y comencé a pensar sobre la noche que acababa de pasar. Sobre todo lo que habíamos hablado. Nick me contó muchas cosas sobre el, y en tan poco tiempo había aprendido mucho. Me dormí pensando en sus labios, sus ojos, su perfecta nariz…
-Miley. –Mi abuela me sacudía el hombro- Miley. Despierta.
Yo no contesté, y me tapé la cabeza con la frazada.
-Miley, despierta! –Me destapó- Hay alguien que te busca.
-Que venga más tarde –Mascullé.
-Es un chico de rulitos –Insistió.
Me exalté y prácticamente me paré en la cama. Los rayos de sol, débiles, apenas entraban por la ventana. Mi abuela rió entre dientes al ver mi interés, pero no le dí demasiada importancia, me acerqué al ventanal, corrí la cortina, y ahí lo vi.
Estaba Nick esperándome sentado en las escalinatas, sosteniendo un oso de felpa gigante con un moño.
ES UN CHICO DE RULITOS. AJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAA LA ABUELITA LA ROCKEAAAAAAAA. :]
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